Tendencias en administraciones públicas
En un entorno cada vez más digitalizado y saturado de información, la comunicación institucional en Cantabria enfrenta el desafío de mantener la transparencia y fomentar la confianza de los ciudadanos. A lo largo de mis más de tres años como docente en CESINE Centro Universitario impartí clases sobre periodismo e instituciones públicas a jóvenes universitarios, y creo que la alfabetización mediática puede convertirse en una herramienta fundamental para fortalecer la democracia.
Mi experiencia me ha mostrado que, cuando los jóvenes comprenden cómo funcionan las instituciones públicas y los medios de comunicación, se convierten en ciudadanos más críticos y participativos. Este conocimiento no solo mejora su capacidad para interpretar el flujo constante de información, sino que también les permite exigir mayor responsabilidad y transparencia en las instituciones que rigen nuestra sociedad. Estoy convencido de que una mayor alfabetización mediática contribuirá a una sociedad más equitativa y a un mejor funcionamiento de nuestra democracia.
En los últimos años, la comunicación institucional ha experimentado una profunda transformación impulsada por la digitalización en instituciones públicas y el acceso masivo a la información. Las instituciones públicas y privadas ya no pueden permitirse depender exclusivamente de los medios tradicionales para transmitir sus mensajes; deben adaptarse a nuevas formas de comunicación más inmediatas, personalizadas y centradas en el ciudadano y ahí las plataformas digitales son fundamentales para la interacción directa con los ciudadanos.
Tanto en Cantabria como en el resto de España hemos visto cómo las instituciones locales han adoptado el uso de redes sociales, blogs y sitios web interactivos para mejorar la participación ciudadana y fomentar la transparencia. Sin embargo, la creciente demanda de inmediatez también ha generado el reto de gestionar una gran cantidad de datos y mantener la coherencia en la comunicación, especialmente durante momentos de crisis.
Otra tendencia relevante es la personalización de los mensajes. Los ciudadanos esperan que las instituciones no solo comuniquen información de interés público, sino que también lo hagan de manera que les resulte relevante y accesible. En este sentido, las estrategias de segmentación de audiencias se han vuelto cruciales, permitiendo que los mensajes se adapten a las necesidades específicas de cada grupo. La transparencia y la rendición de cuentas son otras áreas clave que han tomado fuerza en los últimos años. Los ciudadanos exigen mayor claridad en la toma de decisiones y acceso a información pública en tiempo real.
La implementación de portales de transparencia en instituciones públicas y la participación activa en foros públicos digitales son ejemplos de cómo las instituciones están respondiendo a esta demanda. Ya en el año 2014, el Parlamento de Cantabria conseguía situarse como el más transparente de España, según un estudio realizado por la organización Transparencia Internacional. Fue un proyecto en el que tuve la fortuna de participar y en el que se abrió un camino para otras instituciones cántabras no solo por la demanda social, sino también por las exigencias legales que empezaron a conformarse en aquella época.
Sin embargo, aún queda mucho por hacer, especialmente en lo que respecta a garantizar que esta información sea comprensible y accesible para todos los sectores de la sociedad. Por otro lado, el auge de las plataformas audiovisuales y el contenido en formato breve están redefiniendo la manera en que se comunican los mensajes institucionales. Las instituciones públicas deben explorar el uso de vídeos cortos, podcasts y webinars como medios efectivos para captar la atención del público, sobre todo entre los más jóvenes.
En resumen, la digitalización, la personalización y la transparencia son las principales tendencias que están marcando el rumbo de la comunicación institucional. Adaptarse a estas nuevas realidades es fundamental para que las instituciones mantengan su relevancia y credibilidad en una sociedad cada vez más conectada y exigente.