Modelos cíclicos de la historia, IA y el dilema del factor humano: Reflexión hacia 2025

Esta será la última entrada de 2024 y quería que fuera una reflexión un poco diferente, intentando abrir el foco de cara al apasionante 2025 que nos viene, lleno a buen seguro de importantes avances tecnológicos a lomos de la IA, tal y como os venimos contando desde que comenzamos esta aventura.

Hoy quería hablar sobre el concepto de modelos cíclicos en la historia ha fascinado a pensadores desde hace siglos. Desde las ondas largas de Kondrátiev hasta la dinámica histórica de Turchin, estas teorías buscan identificar patrones recurrentes que gobiernan la evolución social, económica y política. En pleno auge de la inteligencia artificial, estas ideas cobran una nueva relevancia. ¿Podemos, a través del análisis de datos masivos, prever el futuro? ¿O la naturaleza imprevisible del ser humano marca un límite insalvable?

El 2024 ha sido un año decisivo en el desarrollo de la inteligencia artificial, y nos encontramos al borde de un 2025 que promete ser aún más disruptivo. Reflexionemos sobre cómo las herramientas modernas, como el big data y la IA, están transformando nuestra comprensión del pasado, nuestras predicciones del futuro y los desafíos inherentes a esta nueva era.

Modelos cíclicos: Del pasado al presente

Historiadores y economistas como Nikolái Kondrátiev y Peter Turchin han propuesto que los ciclos no son casualidad, sino el resultado de fuerzas subyacentes. Kondrátiev identificó ondas largas de expansión y contracción en las economías capitalistas, cada una vinculada a revoluciones tecnológicas, como la industrialización o la era digital. Turchin, por su parte, introdujo la cliodinámica, un modelo matemático que combina sociología, demografía e historia para entender los patrones de estabilidad y crisis.

Estas teorías encuentran respaldo en datos históricos. La desigualdad económica extrema, por ejemplo, ha precedido revoluciones sociales en distintas épocas, desde la Revolución Francesa hasta las tensiones actuales en economías modernas. Pero el reto siempre ha sido validar estas observaciones y aplicarlas al presente de manera concreta.

IA y big data: Una nueva lente para viejos ciclos

El análisis masivo de datos históricos ha transformado nuestra capacidad para detectar patrones. Algoritmos avanzados han permitido correlacionar variables como presión demográfica, migraciones masivas y avances tecnológicos, ofreciendo una base más sólida para los modelos cíclicos.

Por ejemplo, estudios recientes han utilizado big data para analizar crisis económicas y migraciones climáticas. Con registros históricos y climáticos, combinados con simulaciones computacionales, se han identificado tendencias que podrían anticipar futuros desplazamientos masivos en regiones vulnerables. En el ámbito político, herramientas como la cliodinámica han predicho con precisión la polarización creciente en países como Estados Unidos, mostrando que patrones históricos se repiten bajo condiciones similares.

Proyectos como Google AI for Social Good llevan esta idea al extremo. Usando machine learning, están intentando prever crisis humanitarias en tiempo real. Estos esfuerzos, aunque prometedores, enfrentan críticas importantes: la dependencia de datos sesgados, la imposibilidad de incluir el libre albedrío humano y la tentación de simplificar eventos complejos en ecuaciones.

El factor humano: ¿Un límite insuperable?

La historia no es solo un conjunto de datos. Es un reflejo de decisiones humanas, influencias culturales y eventos inesperados. Por eso, aunque la IA puede ayudarnos a identificar patrones, no puede prever el impacto de la irracionalidad, las emociones y las dinámicas de poder. Aquí reside el gran dilema.

Un ejemplo claro es la pandemia de COVID-19. Aunque los modelos epidemiológicos predijeron su expansión, el comportamiento humano —desde el rechazo a las vacunas hasta la respuesta política— demostró la imprevisibilidad inherente al factor humano. Incluso en un mundo hiperconectado y basado en datos, la capacidad de improvisar, de resistir o de actuar de manera irracional sigue siendo esencialmente humana.

Reflexión final: ¿Hacia un futuro predecible o incierto?

A medida que nos adentramos en 2025, el debate sobre la utilidad y los límites de los modelos cíclicos se entrelaza con el avance imparable de la inteligencia artificial. ¿Podemos confiar en que la tecnología nos permita anticipar crisis y construir sociedades más resilientes? ¿O estamos condenados a repetir los errores del pasado, con o sin IA?

El futuro no está escrito, y quizás ahí radica su belleza y su desafío. La IA puede ayudarnos a iluminar caminos y advertir riesgos, pero el viaje sigue siendo nuestro. En este nuevo año, sigamos reflexionando no solo sobre lo que los datos nos dicen, sino sobre lo que queremos construir juntos.

Porque, al final, el futuro sigue siendo profundamente humano.

¡¡¡Feliz 2025!!!

Publicaciones Similares