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El nuevo comunicador: de redactor a arquitecto de sistemas narrativos

En las últimas décadas, la comunicación corporativa ha transitado de un modelo unidireccional, centrado en la emisión de mensajes, a una práctica multidireccional, donde el diálogo continuo y la co-creación con las audiencias redefinen el éxito comunicativo. Este cambio ha sido catalizado por la digitalización, la globalización y, más recientemente, por la incorporación de inteligencia artificial (IA) en las operaciones y estrategias de comunicación.

La IA generativa, el big data y los sistemas algorítmicos han multiplicado la capacidad de las organizaciones para personalizar sus mensajes, pero también han planteado nuevos desafíos éticos y profesionales. En este escenario, el rol del comunicador ya no se limita a redactar contenidos: evoluciona hacia el diseño y la orquestación de sistemas narrativos complejos.

La tesis que articula este análisis está inspirada en el trabajo de Shreeda Segan, quien ha documentado la transformación profesional hacia el rol emergente de ingeniero de contenido. Su experiencia en Mastra.ai y otras organizaciones ofrece una visión clara: la disolución del rol tradicional del comunicador no implica su desaparición, sino su ampliación hacia una figura híbrida y estratégica, capaz de integrar lenguaje, tecnología y ética en entornos automatizados.

De redactores a diseñadores de sistemas narrativos: una transición profesional

El comunicador digital contemporáneo opera en un entorno donde la mera difusión de mensajes resulta insuficiente. El acceso masivo a la información ha empoderado a las audiencias, haciendo indispensable la construcción de relaciones sostenidas, la escucha activa y la gestión estratégica de la confianza. Los profesionales de la comunicación ya no son generadores de contenido aislado, sino gestores de ecosistemas narrativos.

Esta transformación ha dado lugar al surgimiento de nuevas funciones, como la del ingeniero de contenido, figura que combina habilidades propias de la escritura, la programación, el diseño narrativo y la automatización. La experiencia de Shreeda Segan en Mastra.ai ilustra esta evolución: automatizó su trabajo como redactora mediante un agente IA capaz de imitar la voz de su CEO, y pasó a diseñar sistemas de generación y distribución de contenido.

En este marco, el diseño narrativo cobra relevancia como disciplina interdisciplinar que permite estructurar mensajes a través de componentes emocionales, narrativos y matemáticos. El comunicador diseña experiencias, no sólo textos, y lo hace considerando lógicas de tiempo, tensión y trayectoria emocional, propias de una ingeniería narrativa.

La ingeniería de contenido como disciplina estructurante

La ingeniería de contenido es una nueva forma de planificar y organizar los contenidos digitales para que puedan adaptarse fácilmente a diferentes formatos, canales y audiencias. Se trata de diseñar el contenido de forma que sea fácil de reutilizar, automatizar y personalizar. Para lograrlo, se apoya en siete conceptos clave:

  • El modelo (cómo se estructura el contenido)
  • Los metadatos (información sobre ese contenido)
  • El etiquetado (cómo se presenta)
  • El esquema (cómo se relacionan sus partes),
  • La taxonomía (cómo se clasifica)
  • La topología (cómo se organiza)
  • Y el mapa y conexiones de contenidos (cómo se conectan los elementos entre sí).

Este nuevo perfil profesional requiere una combinación equilibrada entre habilidades tradicionales y nuevos conocimientos: desde saber escribir con claridad y sensibilidad hasta entender conceptos básicos de inteligencia artificial, trabajar con herramientas digitales, analizar datos y diseñar experiencias que puedan replicarse a escala. No es necesario ser programador, pero sí entender cómo funcionan algunas herramientas como las APIs (puentes que conectan sistemas) o cómo asegurar que el contenido mantenga su coherencia cuando se adapta automáticamente a distintos contextos.

El comunicador del futuro se convierte en una figura comparable a un arquitecto del discurso: alguien que no sólo produce mensajes, sino que diseña estructuras que permiten que esos mensajes se distribuyan de forma eficiente, coherente y personalizada.

Nuevas funciones técnicas del comunicador: automatización, APIs y entrenamiento de modelos

El nuevo comunicador no sólo escribe: entrena modelos, diseña workflows y automatiza procesos. Comprende el funcionamiento de sistemas de IA generativa, selecciona datasets, mitiga sesgos, configura prompts y valida salidas.

La interoperabilidad se vuelve clave. A través del uso de APIs, los comunicadores integran sistemas de gestión de contenidos, plataformas de redes sociales, CRMs y herramientas de analítica para ofrecer experiencias coherentes y escalables. Esta visión de «ingeniería de sistemas narrativos» permite pasar de la producción lineal de piezas aisladas a la construcción de entornos automatizados, responsivos y multicanal.

Ejemplos como Mastra Voice o plataformas como Murf.AI, WellSaid Labs o Lovo.ai muestran el potencial de la voz generada por IA para mantener una identidad de marca coherente en tiempo real y a escala global. Estas soluciones permiten ajustar tono, velocidad, acento y estilo de pronunciación para conservar la autenticidad en la interacción automatizada.

Implicaciones educativas y organizacionales: hacia la alfabetización híbrida

Esta reconfiguración profesional exige también un cambio profundo en los programas formativos. Las facultades de comunicación deben ampliar su enfoque, incorporando nociones sobre inteligencia artificial, ética en entornos digitales, diseño de instrucciones para IA (prompts), narrativa transmedia y pensamiento lógico. No se trata de convertir a los estudiantes en técnicos, sino de formar perfiles híbridos: comunicadores con sensibilidad humanista y capacidad para colaborar eficazmente en equipos tecnológicos.

Este tipo de formación debe combinar teoría y práctica, promoviendo una actitud de aprendizaje continuo. La tecnología avanza rápidamente y los profesionales de la comunicación deben ser capaces de adaptarse, entender cómo funciona lo que usan y evaluar críticamente sus efectos.

En el plano organizacional, los equipos de comunicación deben evolucionar hacia estructuras más integradas, donde convivan comunicadores, ingenieros de contenido, entrenadores de IA y especialistas en datos. La orquestación de IA se convierte en una competencia clave para lograr escalabilidad, personalización y eficiencia sin perder el componente humano.

El comunicador como arquitecto de experiencias y guardián de la ética

Frente a la automatización masiva, el verdadero valor del comunicador reside en su capacidad para dotar de sentido, humanidad y responsabilidad al sistema comunicativo. Su función se eleva a la de arquitecto de experiencias y garante de la autenticidad.

La IA, bien entrenada, multiplica el impacto del comunicador: lo libera de tareas repetitivas, amplifica su creatividad, y permite que se enfoque en la estrategia, la ética y la interacción humana. Sin embargo, también exige una vigilancia constante: prevenir la desinformación, auditar algoritmos y garantizar la equidad comunicativa.

Este rol proactivo posiciona al comunicador como un agente de cambio y liderazgo en la transición digital. No es un ejecutor de herramientas, sino un diseñador de futuros comunicativos sostenibles.

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