Creadores digitales superan a medios en ingresos 2025

En 2025, los creadores digitales superarán por primera vez a los medios tradicionales en ingresos publicitarios, generando más de 184.900 millones de dólares a nivel global, según el informe de WPP Media que pude conocer en la Newsletter Tendencias.
Este punto de inflexión, sin embargo, no representa una guerra abierta entre “influencers” y periodistas, sino más bien el reequilibrio de un ecosistema que llevaba años tensionado. Cabe preguntarse si el espacio que ocuparon los medios durante el siglo XX no era, en realidad, desproporcionado y excluyente para ciertas audiencias —por edad, intereses o nivel educativo— que hoy encuentran voz en otras plataformas. En ese sentido, más que un retroceso, lo que observamos es una diversificación del acceso, el lenguaje y los formatos.
Como ocurrió con la transición de la radio a la televisión y más tarde al podcast, los cambios en la cadena de valor no suprimen necesariamente lo anterior, sino que lo redimensionan. El periodismo, si asume esta lógica de transformación y no de resistencia, puede encontrar un espacio más acotado, sí, pero más afín a su vocación: explicar, contextualizar y generar comunidad desde la especialización.
Plataformas, algoritmos y atención: el nuevo campo de batalla
Este nuevo reparto de la atención se articula sobre plataformas que privilegian el contenido efímero, emocional y nativo digital. TikTok, YouTube e Instagram Reels no solo han capturado la atención de las audiencias más jóvenes, sino que han impuesto una lógica de consumo centrada en la gratificación instantánea. Lejos de tratarse de una amenaza uniforme, esta expansión revela que existía una demanda latente de contenidos personalizados, accesibles y menos verticales.
En lugar de lamentar la fragmentación, el periodismo debería leer en esta tendencia una oportunidad: si bien la base del consumo rápido se ha ensanchado, también han emergido capas de usuarios que reclaman profundidad, credibilidad y contexto. La atención no se ha evaporado, simplemente se ha reconfigurado. Quien sepa adaptar sus formatos sin comprometer sus principios editoriales podrá no solo sobrevivir, sino reconstruir relevancia en medio de este nuevo ecosistema.
Modelos en crisis: ¿puede el periodismo competir o debe colaborar?
La pregunta no es si los medios tradicionales pueden recuperar su antiguo protagonismo, sino si están dispuestos a reinventar su relación con las audiencias y sus modos de producción. Una distinción crucial en este escenario es entre medios tradicionales y buen periodismo. Las esencias más valiosas del oficio —rigor, verificación, mirada crítica— hoy florecen, en muchos casos, fuera de las grandes cabeceras.
Proyectos medianos o pequeños, profundamente especializados y sostenidos por comunidades activas, demuestran que existen alternativas viables al modelo publicitario masivo. En este contexto, la colaboración con creadores digitales puede abrir nuevas vías de legitimidad y alcance, siempre que no diluya la identidad periodística en la lógica del algoritmo. No se trata de imitar los códigos de los influencers, sino de entender qué formatos, narrativas y ritmos pueden integrar el valor informativo con la estética y dinámicas de lo digital.
Más allá de los ingresos: legitimidad, comunidad y profundidad
Aunque los ingresos de los creadores podrían duplicarse de aquí a 2030 —alcanzando los 376.600 millones de dólares—, no todo se resume en cifras. La verdadera disputa es por la legitimidad y la capacidad de generar impacto sostenido. En un entorno saturado de estímulos, los espacios que ofrecen digestión lenta, contexto y profundidad adquieren un valor diferencial. No serán los más masivos, pero sí aquellos donde se construye sentido.
En esa tensión entre viralidad y comprensión, entre titular e interpretación, el periodismo tiene aún un papel que jugar, siempre que renuncie a su nostalgia de centralidad y asuma que su fuerza ya no reside en ocupar todo el espectro, sino en ser indispensable para quienes buscan entender el mundo. El desafío no es competir en el mismo terreno, sino redefinir el suyo con audacia y coherencia.